Un laberinto

¿Te acordás de los laberintos que venían en esas viejas revistas de sopas de letras y otros juegos? Hoy deben seguir existiendo, el tema es que creo que ya se ven pocas. La gente en general y mucho más los jóvenes, optan por otro tipo de diversión. Estamos en épocas de videojuegos y redes sociales.

Pero volviendo a la revista, traigo a la conversación al laberinto, porque no solo era mi preferido sino que además creo que se volvió mi preferido, por la facilidad con lo que los completaba. Recuerdo que en mi escuela, a la hora del recreo, hacíamos competencias con varios compañeros de clase, para ver quien los resolvía más rápido. 

Al principio entrabamos, y esos laberintos nos ofrecían cinco, seis, inclusive diez pasajes por donde empezar. Era sumamente sencillo y matemáticamente posible que siempre eligiéramos los pasillos incorrectos de una. Nos tomaba mucho tiempo recorrer tramo por tramo y encontrarnos con una pared infranqueable al final de cada uno de ellos. 

Estoy seguro que lo que voy a contar a continuación, seguro se le ocurrió no solo a mucha gente más, sino que también mucho antes que a mi. Pero mi ventaja está, en que en esos momentos, solo se me ocurrió a mi. 

Me di cuenta que si mentalmente y sin rayar la hoja con el lápiz, entraba con mis ojos por la salida del laberinto, no solo no tenía tantos pasillos para elegir, sino que además encontraba el camino hacia la entrada de manera rápida y super sencilla. Mis amigos no se daban cuenta de esa ventaja y yo ganaba todas esas apuestas de alfajores y figuritas de álbumes. 

Lo curioso, es que me encontré varias veces más en la vida, resolviendo problemas como si fueran laberintos. Empezando por el final. El truco estaba y sigue estando en predecir el final y de esa forma recorrer el camino hacia atrás que me permite saber por dónde empezar. 

Vamos a ver… la gente lo hace todo el tiempo casi sin darse cuenta. Cuándo tu madre se enteraba que iba a venir visita a tu casa, se ponía con los pelos de punta limpiando todo y diciendo que te comportaras para de esa forma no la hicieras pasar vergüenza. ¿Cuál era el final de ese laberinto? Qué la visita no tuviera nada para decir de ella y su hogar una vez que se fueran. Eso quiere decir que tu mamá se adelantaba a la situación, partiendo desde el final, empezando desde justo la consecuencia. 

Mucha gente pone un negocio basados en muchas cosas menos en las que tienen que pensar. El año pasado un amigo de la familia arrancó con un negocio de distribución de productos de limpieza. Alquiló un galpón, invirtió un montón de plata en reacondicionarlo y hoy sin llegar al primer aniversario del negocio, ya está camino a cerrarlo. 

Empezó la aventura desde sus parámetros y gustos, nunca se fijó en cuáles cosas eran realmente necesarias para que AL FINAL una persona decidiera comprarle A ÉL algún producto de limpieza. Se llenó de deudas en cosas innecesarias y dilapidó un montón de tiempo perfeccionando boludeces que no sumaban en nada. 

Empezó su laberinto por la entrada y en estos meses no ha hecho más que darse de frente con un montón de túneles sin salida. Hoy por hoy, una cosa que le apasionaba solo le ha traído dolores de cabeza y está próximo a cerrar.

No tuvo en cuenta la logística de entrega, tampoco proveedores confiables y que le ofrecieran un precio competitivo. Solo se centró en que lo vieran emprender con bombos y platillos, decoración y buen gusto. Su ego y complacencia personal andaban por las nubes. 

Llegó la vida un día, y se lo levantó en la chota.   

Y así podemos ver decenas de negocios todos los días en nuestras consultorías. Personas que decidieron poner un negocio pensando superficialmente o desde la necesidad, y que hoy están afrontando problemas enormes. 

¿Cómo se empieza desde el final en un negocio? 

Desde exactamente lo que hace que la persona tome la decisión de compra y para eso, tenemos que conocer a esa persona. No solo si es mujer u hombre, tenemos que saber su edad promedio, dónde vive, si tiene plata, qué la motiva, y vos dirás ¡YO SÉ TODO ESO FERNANDO! Ok quizá es tu vecino del barrio, pero ahora contéstame a esta pregunta y si lo hacés bien, puede que estés cerca de resolver tu laberinto: 

¿POR QUÉ CARAJOS TE COMPRARÍA A VOS Y NO AL ALMACÉN QUE LE QUEDA PEGADO A SU CASA? 

Una vez seas más conveniente que los demás en algún aspecto, completarás el camino entre los túneles. La conveniencia NO SIEMPRE es plata. Nadie te está pidiendo que bajes tus precios. Yo prefiero pagar más generalmente por un producto o servicio de mayor calidad, o que me lo entreguen más rápido, o que me atiendan mejor, o que me quede más cerca, etc. 

Buscá esa conveniencia que hace que tu cliente tome la decisión, y créeme que el (cómo) ponerla en práctica aparece solo. Es como resolver el laberinto desde la salida hacia atrás, el camino te va llevando por las acciones a tomar hasta llegar a la entrada, o sea al principio de TU laberinto. 

Aplica para negocios, aplica para la vida.  

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